PROYECTO EDUCATIVO INSTITUCIONAL

INTRODUCCIÓN

Parece en extremo una locura en la actualidad enfrentarse con tanta perseverancia, seriedad y responsabilidad a la tarea y misión educativa, si no mediara en este hacer una alta cuota de fe en el ser humano y su búsqueda incansable de vivir en el amor, la ternura y el cobijo, emociones que le han permitido existir como linaje desde hace miles de años.

En responsabilidad, hemos enfrentado esta tarea observando las necesidades de nuestro sistema educativo, asumiendo tres grandes desafíos que la educación chilena tiene como deuda. El primero es la incorporación de Chile, a través de sus profesionales, trabajadores y ciudadanos, a una sociedad del conocimiento, donde día a día las carreteras de la información desafían los esfuerzos por acceder al conocimiento actualizado, en este sentido, la tarea de la Educación es entregar herramientas para que nuestros niños, niñas y jóvenes sepan conducirse en una cultura de la información y actualización casi instantánea del conocimiento.

En segundo término, se nos presenta el desafío de orientar la Educación y la adquisición del conocimiento a través de competencias, hacia la globalización, entendida como la necesidad de poner la mente de nuestros niños, niñas y jóvenes en el mundo y no encerrarlos en la realidad local. Nuestra Educación tiene que permitirnos "valorar" la diversidad de culturas, claro, esto no será posible de lograr si no valoramos la propia cultura y tradición; esto nos enfrenta al tercer desafío: la formación valórica y cívica.

Un análisis de nuestras realidades educativas dará por resultado una tendencia a la presencia de movimientos anarquistas, desencanto con las instituciones públicas, desprecio por la política, evidenciando la influencia de visiones valóricas y éticas restringidas y excluyentes.

Tres desafíos (conocimiento, globalización y formación valórica) que no descartan las necesidades propias de nuestro devenir cultural, consumo de alcohol y drogas en jóvenes y niños, cambio en las estructuras familiares, cambio importante en la visión de la sexualidad, todo lo cual hace imperativo el volver a mirar la educación como una actividad formadora y no sólo de instrucción.

Esto es para nosotros lo que constituiría una Educación de Calidad, no sólo el logro de puntajes altos en las pruebas de medición nacionales (SIMCE o PSU), sino que éstos estén asociados al desarrollo de una valoración por el conocimiento, por el respeto de sí mismos y los otros, por la responsabilidad que ese conocimiento genera, por el desafío de asumir responsablemente un rol transformador en la cultura.

Nuestra opción laica busca cumplir con este desafío, creemos firmemente en ella y nos entregamos entusiastas a la tarea de Educar en el vínculo, en la tolerancia, en el respeto a la diversidad, en el conocimiento y en la responsabilidad; allí en esa tarea encontramos nuestra esencia de formadores en la convivencia.

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