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PROYECTO EDUCATIVO INSTITUCIONAL MARCO FILOSÓFICO Nuestra concepción de SER HUMANO Para el colegio CREP el ser humano es un ser vincular, reflexivo y amoroso. Vincular: Es en el vínculo donde existimos, en el intercambio permanente con otros podemos experimentarnos. Reflexivo: Con la capacidad de preguntarnos sobre el propio ser y hacer, como un cuestionamiento sobre cómo hacemos lo que hacemos y no por qué hacemos lo que hacemos, por lo tanto, una reflexión libre de juicios. Una reflexión que nos permita preguntarnos sobre qué y quienes somos. Amoroso: Fundamentalmente, emocional. En la emoción del amor, cobijo, reconocimiento, se encuentra nuestra capacidad de existir como especie. En nuestra concepción, el ser humano es considerado libre y responsable, libertad y responsabilidad que surge de su capacidad reflexiva y de vinculación amorosa en el bienestar. Nuestra concepción de EDUCACIÓN Para el colegio CREP la Educación es un proceso en el que, en la convivencia familiar, institucional y cultural, nuestros niños, niñas y jóvenes llegan a ser un tipo particular de ser humano. Desde esta perspectiva, la Educación debe proporcionar a los niños, niñas y jóvenes los espacios relacionales (físicos y psíquicos) para vivir el conocimiento en convivencia, para la vivencia de valores universales que inspiran al humanismo laico. En este marco de formación, la Educación debe proporcionar a los niños, niñas y jóvenes que se educan, las herramientas en competencias que les permitan asumir un espacio responsable de co-creación cultural. Nuestra VISIÓN "Ser el mejor y principal referente de educación humanista laica". Nuestra MISIÓN "El Colegio CREP es una comunidad educativa que, inspirada en la vivencia de los valores del humanismo laico, promueve el convivir en el bien-estar para desarrollar aprendizajes de calidad, apoyados en procesos académicos, administrativos y de gestión eficaces." Nuestros PRINCIPIOS Nuestro ser y hacer institucional se vivencia en los valores del humanismo laico Nuestro ser y hacer institucional es la Educación. Si aspiramos a una educación humanista; si pretendemos ser y hacer una educación verdaderamente respetuosa con toda posible opción filosófica o espiritual que no pretenda imponerse sobre otras; entonces, creemos que nuestra única opción es el laicismo. La educación laica se constituye en una herramienta para "formar hombres y mujeres conscientes y responsables de sí mismos, transformadores de su vivir y de su entorno". Nuestra institución se caracteriza por no impedir el conocimiento de las formas de percepción religiosa del mundo ni de las diversas tradiciones filosóficas, sin embargo, no presentará ninguna de ellas como un bien espiritual o social positivo que sea necesario asumir dogmáticamente. Esta característica de la educación humanista laica, nuestra institución la vive impidiendo cualquier difusión sistemática y regulada de creencias como tales, en cambio, motiva su conocimiento desde una perspectiva histórica, filosófica o cultural en las áreas del conocimiento del medio social y cultural y de la historia de las civilizaciones. Una pedagogía laica, una pedagogía del respeto, reconoce en el niño, niña o joven un ser humano, no un adulto en miniatura, sino un ser humano en crecimiento a quien debemos facilitar los espacios y herramientas para desarrollar todas las posibilidades que conlleva el ejercicio en plenitud de su propia humanidad. De ahí deriva, directamente, la posibilidad de un alcance educativo que fundamente la ética autónoma que garantizará la convivencia ciudadana, permitiendo forjar ciudadanos plenamente conscientes de sus derechos y deberes, conscientes -también- de la posibilidad real de ejercer su autonomía libre y responsablemente. La Educación sucede en el vínculo Los seres humanos somos seres vinculares, es en el vínculo donde nuestra condición de seres humanos se expresa. La historia de nuestra condición de seres humanos señala, además, que sólo hemos logrado crecer como especie gracias a que la forma esencial de vinculación humana es el amor. Entendemos la Educación como un proceso permanente en el que nuestros niños, niñas y jóvenes van configurando su camino para llegar a ser seres humanos que se respetan a sí mismos y a otros. Nuestro propósito es crear espacios de convivencia que permitan que nuestros niños, niñas y jóvenes vivan en la colaboración, el cobijo y la libertad responsable. Cuando hablamos de espacios de convivencia, nos referimos a espacios relacionales que sean guía y apoyo para su crecimiento en el respeto de sí mismos y de los otros; que sean guía en su crecimiento para que aprendan a decir "sí" y "no" en autonomía; que sean guía y apoyo en su crecimiento para que aprendan a vivir en la cooperación y no en la oposición a otros. Por otra parte, la cultura y el momento histórico van definiendo una serie de habilidades operacionales, esto es una serie de recursos o instrumentos que los niños tendrán a su disposición para llevar a cabo lo que requieran en el transcurso de su vivir. Para que ello ocurra, el aprendizaje de destrezas y capacidades, señaladas por las necesidades de una cultura de la globalización y el conocimiento, debe ser realizado como un espacio de convivencia entre niños, niñas, jóvenes y educadores; un espacio tal, que permita la expansión de las capacidades para actuar y reflexionar sobre lo que se hace, desde la vida que los niños viven y desean vivir en ese momento. El espacio de convivencia niño, niña, joven - educador es un espacio compartido, construido por ambos, basándose en la colaboración y el respeto mutuo, en la participación de proyectos comunes relacionados con el bienestar de la comunidad a la cual pertenecen. Un aprendizaje de calidad nace en el bien-estar Vincularse es relacionarse. En el espacio educativo nos relacionamos permanentemente. En las relaciones humanas se observan vínculos en el "mal-estar" y vínculos en el "bien-estar". Los primeros tienen que ver con todas aquellas relaciones en que el emocionar está caracterizado por dinámicas de agresividad, ira, descalificación, abandono, tristeza y competitividad. Los vínculos en el bienestar tienen por base emociones de aceptación, cobijo, reconocimiento y confianza. Los niños aprenden el espacio psíquico de sus educadores. Los temas y contenidos son modos particulares de vivir en esa convivencia, instrumentos a través de los cuales el niño, niña o joven se va a transformar en adulto socialmente integrado, con confianza en sí mismo, con capacidad de colaborar y con capacidad de aprender cualquier cosa sin perder su conciencia ética. Un aprendizaje de "calidad" que señala las destrezas y habilidades necesarias para conducirse respetuosa, libre y responsablemente en la vida, pero que también sostiene las herramientas de conocimiento y destrezas para contribuir a una vida de cuidado por el entorno y las personas, sólo se logra como resultado de la construcción de una convivencia en la que el respeto, la autonomía y la responsabilidad, así como el conocimiento, son vividos a diario. Un espacio de "bien-estar" es un espacio en el que se disfruta, desde el rol en que se participa; educador, niño o niña, joven, padre o madre; un espacio en el que se encuentra al otro para construir, que es educar y aprender. El aprendizaje con sentido sucede en el bien-estar y en la congruencia entre el vivir institucional y familiar Se puede crecer de una manera o de otra según el espacio de convivencia en que se viva. Esto es visible en la tremenda diversidad de formas humanas que se pueden adoptar. Por esto la educación es el aspecto más fundamental de la convivencia humana. De cómo convivan los niños dependerá la clase de adulto que llegarán a ser. Esto es, "los niños y niñas aprenden en coherencia con el convivir de los adultos que lo rodean."(1) Este postulado señala la inmensa importancia que tiene la relación colegio - familia - comunidad. Hemos hablado de la Educación como la generación de espacios relacionales en el bienestar y buen convivir con el objeto de guiar a nuestros niños y niñas en el proceso de construir su conocimiento y formarse como seres humanos responsables y respetuosos de sí mismos y los demás. Lamentablemente nada de esto es posible si la institución o la familia no sostienen en coherencia un convivir diferente. El convivir que sostiene nuestra institución busca crear para nuestros niños y niñas un futuro basado en la cooperación y la aceptación de las diferencias, en el respeto por sí mismo y los demás, entendiendo que el futuro se crea en el presente. Los niños no son el futuro. Los adultos somos el futuro de nuestros niños. El futuro se construye en el presente. Todos los miembros de nuestra comunidad educativa, desde su rol, son formadores en la convivencia En tanto se aprende en coherencia con el convivir, cada una de las personas que transitan por esta institución es responsable de conocer sus principios y convivir en coherencia con ellos. Detrás de cualquiera de los roles que se desempeñan en la institución hay seres humanos que conviven, por lo tanto son el marco de referencia para el convivir de nuestros niños, niñas y jóvenes. De allí que la institución tiene la obligación de hacer visible las redes vinculares que se establecen para asumir en responsabilidad la necesidad de coherencia. La responsabilidad que se asume ante el imperativo de crear una convivencia en el bien-estar es convivir en el bienestar, que no es otra cosa que convivir en honestidad, reconocimiento y respeto. Para que los adultos que forman parte de la institución colaboren entre sí en la tarea de construir espacios de convivencia en el bienestar, tenemos que operar en relación con nuestros niños, niñas y jóvenes con autorrespeto y autoamor. No se puede dar lo que no se posee. El niño aprende más de lo que vive que de lo que se le dice. La calificación e idoneidad del personal hace posible el eficiente desarrollo del proceso educativo Un proceso educativo de calidad se asegura con un personal que sea capaz de sostener, desde sus conocimientos teóricos y prácticos y su emocionar, todos los aspectos asociados a ello. Para nuestra institución, cuidar la calificación e idoneidad de su personal es una forma de asumir en responsabilidad el mandato que se ha impuesto en la tarea educativa. La calificación e idoneidad profesional se asegura, por una parte, verificando la pertinencia de las competencias básicas requeridas para cada rol (formación de pregrado - técnica o profesional) y, en segundo término, asegurando permanentes perfeccionamientos relacionados al hacer de cada rol. Con lo anterior, es posible garantizar la actualización de los quehaceres y saberes que permitan un proceso educativo integral. De la misma manera, nuestro Colegio está permanentemente ocupado en formar y educar a todos sus trabajadores a través de un proceso continuo de capacitación establecido en las políticas institucionales. El espacio físico grato promueve el convivir en bienestar y, en consecuencia, el desarrollo de aprendizajes en los alumnos Los espacios físicos son parte del convivir de los seres humanos, sin embargo la estructura física no determina el convivir, por el contrario, el convivir determina las emociones de los lugares en que ese convivir sucede. Los espacios físicos de nuestro colegio están pensados para que allí habiten seres humanos conviviendo en el aprendizaje. El "habitar" es el espacio en que los seres humanos generamos para nosotros y para otros una convivencia en el bien-estar físico y psíquico; es el espacio emocional que nos permite recrear un modo de convivencia armónico con nuestra corporalidad y en la relación con los otros. Las emociones y la reflexión nos permiten re-crear o construir los espacios en que vivimos. Cuando estos espacios son de cobijo, confianza y protección para nosotros, se constituye el habitar. Allí, transformamos el vivir en habitar, es decir, un hogar es un espacio psíquico y biológico donde habitan personas que disfrutan del placer de vivir, crecer, aprender juntos en esas emociones de confianza y cobijo. Una de las búsquedas en el proceso educativo como transformación, es la de reordenar en una armonía estética y cobijadora los espacios físicos. La reestructuración de estos, contribuye a la reestructuración de las dinámicas emocionales que se dan en esos espacios. Las personas auténticas en su emocionar, conscientes y responsables de sí mismas son capaces de enfrentar los desafíos de la vida diaria y construir su propia historia Las emociones son el fundamento de todo nuestro quehacer. En nuestro Proyecto se establece que el emocionar es el motor que impulsa a los seres humanos, cuyo sentido está en los vínculos que se establecen con los otros seres humanos y su entorno. Por lo anterior, creemos que una persona que es capaz de reconocer en sí misma sus propias emociones, es capaz de vivir en conciencia y establecer vínculos desde un espacio auténtico y genuino. Del mismo modo, esta "conciencia" en el emocionar lleva a vincularse desde el respeto por sí mismo y los otros. Aprender de la responsabilidad que implica ser auténticos en el emocionar, lleva a las personas a estar atentas en su diario vivir. Esto significa que se desarrolla en las personas la capacidad de mirar sus circunstancias de acuerdo a sus propias condiciones. Desde allí, entonces, es posible enfrentar cada uno de los desafíos y construir no sólo la propia historia sino que la que se "co-crea" con los seres que viven y habitan un determinado espacio en un tiempo en común. El proceso educativo que nuestra institución desarrolla para sus niños y niñas busca la formación de un tipo de ser humano particular, aquel que en el reconocimiento de su emocionar se vuelve consciente y responsable de sí mismo. La formación de conciencia ecológica es una responsabilidad ineludible de las instituciones educacionales ¿Por qué la conciencia ecológica está presente como principio en nuestro Proyecto Educativo? Nuestro PERFIL DE EGRESADO El egresado que busca formar el colegio CREP es un ser humano hombre o mujer consciente y responsable de sí mismo, transformador de su vivir y de su entorno. Un ser humano, hombre o mujer, que en consciencia reconoce la importancia de su emocionar como base de su actuar y construcción cotidiana de su propia historia, un hombre o mujer con capacidad reflexiva, que se interroga permanentemente sobre su ser y hacer para construir un presente de convivencia respetuosa y autónoma. Un hombre o mujer que reconoce en el conocimiento una nueva forma de cultura, buscando incorporarse al continuum del saber, aplicando las herramientas entregadas en su formación académica, basadas en el reconocimiento, manejo y selección de información. Un hombre o mujer con competencias para la vida laboral, fundamentalmente el reconocimiento de la Planificación, el Trabajo en Equipo, la Comunicación e Iniciativa. Un ser humano, hombre o mujer, que viva los valores del humanismo laico, fundamentalmente: a) Igualdad: como el reconocimiento de la dignidad básica del ser humano, no importando su condición social, religión, raza. El egresado del colegio CREP, tendrá las herramientas y la información para realizar una opción autónoma con respecto a su futuro vocacional. En nuestra mirada consideramos un error suponer que la universidad es el único medio de realización vocacional, aunque ésta sea una legítima aspiración familiar; siendo el colegio CREP un establecimiento de modalidad científico humanista de enseñanza, procura la continuidad de estudios en cualquiera de las modalidades que el sistema de educación superior ofrece para los egresados de Enseñanza Media. La elección vocacional se constituye en una herramienta más en la búsqueda y construcción de un sentido para la vida, en la búsqueda de la plenitud personal y colectiva (1) Postulado sostenido por el biólogo chileno Humberto Maturana R., véase principalmente Transformación en la convivencia, 1999.
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